martes, 8 de noviembre de 2016

Fe en acción



Escrito por Stevens Rosado

Fe en acción


Fe, es una palabra muy pequeña,  apenas de dos letras, pero que tiene un significado infinitamente poderoso. ¿Cuál es ese significado? ¿Qué es fe? 

En primer lugar fe se refiera a la acción del ser humano en creer en algo o alguien sobrenatural, de poder infinito y de conocimiento superior. En palabras simples, fe es creer en Dios.

Esto escribió el apóstol Pablo en el libro de hebreos 11:6: “sin fe es imposible agradar a Dios, porque el que se acerca a Dios, necesita creer que existe, y que recompensa a quien lo busca”.

Ahora bien la fe va más allá de simplemente creer en Dios, sino que implica el creerle a Dios. Es estar seguros de su amor, poder, grandeza, cuidado y protección.
“La fe es estar seguros de lo que esperamos, y ciertos de lo que no vemos” (Hebreos 11:1).

La fe cristiana se basa en 4 aspectos fundamentales:

1.    Creer en la palabra de Dios:

“Además tenemos la palabra profética aun mas segura, a la que hacéis bien en estar atentos, como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca, y el lucero de la mañana salga en vuestro corazón”.

“Ante todo, sabed que ninguna profecía de la Escritura vino por una interpretación privada del mismo profeta. Porque ninguna profecía vino jamás por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron inspirados por el Espíritu Santo”. (2 Pedro 1: 19 – 21).

“Todo lo que antes fue escrito, para nuestra enseñanza fue escrito, para que por la paciencia y el consuelo de las Escrituras, tengamos esperanza”. (Romanos 15:4)

2.    Creer que Dios es tu creador y redentor:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él, no perezca, sino tenga vida eterna”. (Juan 3:16).

“Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación. Por él fueron creadas todas las cosas, las que están en los cielos y las que están en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, dominios, principados o autoridades. Todo fue creado por medio de él y para él. Porque Cristo existía antes de todas las cosas, y todas las cosas subsisten en él”. (Colosenses 1: 15 – 17).

3.    Creer en una vida y un mundo mejor:

“Considero que las aflicciones de este tiempo presente, no son comparables con la gloria venidera que se ha de manifestar en nosotros” (Romanos 8:18).

“Por eso, no desmayamos. Aunque nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior se renueva de día en día. Porque esta leve y momentánea tribulación, produce eterna gloria, que supera toda comparación.

“Así, fijamos nuestros ojos, no en lo que se ve. Porque lo que se ve es temporal, pero lo que no se ve es eterno. Sabemos, que si nuestra casa terrestre en que vivimos se deshace, tenemos de Dios un edificio celestial, una casa eterna, hecha no por manos humanas”. (2 corintios 4: 16 – 18; 5: 1 – 2).

4.    Obedecer por amor y recibir las promesas de Dios:

En este cuarto aspecto haremos un especial énfasis. Ciertamente no es difícil cumplir con los primeros tres aspectos de la fe, pues, es muy fácil tan solo creer.

Haga usted la prueba, pregunte a 10 o mas personas al azar ¿cree usted en Dios? Y vera un resultado asombroso, de respuestas positivas por supuesto.

Siga preguntando ¿cree que Cristo murió por usted? Y vera un resultado igual de positivo.

Quizá lo mismo suceda al preguntar ¿cree usted en el cielo y en la vida eterna?

Pero Luego formule la siguiente pregunta ¿esta usted dispuesto a obedecer a Dios en todo? Allí vera respuestas variadas, temerosas, que destilan duda.

La fe para que sea verdadera debe llevarnos a la acción, es decir, debe tener algún impacto en nuestra vida diaria.

Por ejemplo, en el evangelio de Lucas 12: 22 al 31, Jesús nos reta a tener una fe activa, pero al mismo tiempo nos hace una promesa. Veamos:

“y dijo a sus discípulos: “por tanto os digo: no os afanéis por vuestra vida, que comeréis; ni por el cuerpo, que vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo más que el vestido. Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; no tienen despensa ni granero; y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho mas que las aves?”

“¿Y quien de vosotros, por mas que se afane, podrá añadir a su estatura un codo? Pues si no podéis ni aun un mínimo, ¿para qué preocuparos por lo demás? Considerad como crecen los lirios. No labran, ni hilan. Y os digo, que ni salomón, con toda su gloria, se vistió como ellos”.

“Si Dios viste así a la hierba que hoy esta en el campo, y mañana se hecha en el horno, ¿Cuánto mas vosotros, hombres de poca fe? No os aflijáis por que comer, o qué de beber. No os inquietéis por eso. Porque la gente del mundo busca con afán estas cosas, que vuestro padre sabe que necesitáis.

“En cambio, buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas”. (La cursiva es nuestra).

Esta sociedad actual es sumamente materialista, de hecho esa es la principal razón por la cual muchos viven separados de Dios. Muy a menudo escuchamos: “es que no tengo tiempo para eso”.

Los afanes de la vida separan al hombre de Dios. Pero cristo nos dice que si buscamos el reino, es decir, si dedicamos tiempo a la comunión con Dios, él nos dará todas las cosas que necesitamos.

Cual lamentable es ver personas que solo piensan en el trabajo, estudio, y actividades mil y no se toman un tiempo para Dios. La fe activa pone a Dios en primer lugar y entonces el te da el anhelo del corazón.

¿Necesitas alimento? El te alimentara, ¿trabajo? El te abrirá muchas puertas, ¿salud? El te sanara. La lista es infinita. Todo lo que el hombre fiel necesitaré Dios lo suplirá.

La fe ve lo imposible posible, literalmente.

En cierta ocasión los discípulos de Jesús estaban solos sobre una barca en medio del mar. En la madrugada en medio de la oscuridad vieron a un hombre caminando sobre el agua y quedaron espantados y gritaban, “fantasma”.

Muchas veces quedamos tan sorprendidos como los discípulos al ver cosas que aparentemente no son normales. “pero en seguida, Jesús les dijo: ¡animo! ¡Soy yo! ¡No temáis! Entonces respondió Pedro: “Señor, si eres tu, manda que yo vaya a ti sobre el agua”. (Mateo 14:27 – 28).

El viento era fuerte y frio, la noche oscura y tenebrosa, el mar profundo y lleno de peligrosos animales marinos. Pedro aun temblando de miedo debía poner el pie sobre el agua. Debía dar un paso de fe.

Tal vez estamos en la misma situación de pedro, enfrente del gran mar, intentando demostrar fe en lo imposible. Quizá el gran mar sea un cárcel o un sida, posiblemente este amenazado de muerte, su relación con su pareja esta mal, la situación económica es pésima, tu familia esta mas desunida que nunca.

Pedro no estaba seguro de que hombre estaba al frente de él, ¿era Jesús o un fantasma? Usted puede tener la misma duda ¿este Dios conmigo o estoy luchando solo? Pero “Pedro descendió de la barca, y anduvo sobre el agua en dirección a Jesús” (versículo 29).

¡Increíble! ¡Estaba caminando sobre el agua!

¡El cáncer ha desaparecido! ¡Te ofrecieron un trabajo perfecto para ti! ¡Los miembros de tu familia se han perdonado! ¡Tu pareja ha vuelto diciendo que te ama y no puede vivir sin ti!

¡Dios ha obrado un milagro!

“Pero cuando Pedro vio el viento fuerte, tuvo miedo, y empezó a hundirse. Entonces grito: “¡Señor, sálvame!” (Versículo 30)

Que triste realidad del ser humano: cuan rápido olvidamos las bendiciones de Dios. Mientras el Señor nos tiene “caminando sobre las aguas”, tenemos una fe viva. Mientras mantenemos la mirada fija en Jesús todo nos va bien. Pero solemos voltear la mirada nuevamente y mirar “el viento fuerte” de nuestro alrededor.

Al llegar nuevos problemas, nos llenamos de nuevas angustias. Nos olvidamos de lo que Dios  hiso por nosotros en el pasado y nuestra fe comienza a flaquear.

Nos preguntamos ¿Dónde esta Dios? Cuando después de cobrar el sueldo de mi trabajo un malandro viene y me roba, al luchar con todas las fuerzas y no poder pasar una materia clave en la carrera universitaria, al sufrir la muerte de un ser querido, o recaer nuevamente en una horrible enfermedad.

Esto me recuerda a cuando Jesús hiso el milagro de los panes y los peces, la primera vez alimento a 5000 y luego en una ocasión estaban 4000 hombres y los discípulos le preguntaron como harían para darles de comer. ¡Que falta de fe más grande! Jesús no podía entender su pregunta ¿acaso ellos mismos no habían visto como Cristo alimento a una multitud mayor con solo dos panes y cinco peces?

Pero Pedro se acordó de su salvador y gritó:” ¡Señor, sálvame!”. “Al instante, Jesús, le tendió la mano, trabó de él, y le dijo: ¡hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (Versículo 31)
 ¿Por qué dudas? Esa es la misma pregunta que te hace Jesús hoy. Pero he aquí una buena noticia: En medio de la aflicción mas profunda podemos clamar confiadamente a Dios y el nos salvará.

El apóstol pablo refleja a la perfección la fe activa. Aquella que pone su confianza en Dios en las buenas y en las malas. Esa fe que obedece a Dios por amor y recibe las promesas escritas en su palabra.

“Se vivir en pobreza, y en abundancia. En todo estoy enseñado, para hartura como para hambre, para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. “Mi Dios, pues, suplirá toda necesidad vuestra, conforme a su gloriosa riqueza en Cristo Jesús”. (Filipenses 4:12-13,19).

David en medio de su vejes con alegría exclamó: “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni sus hijos mendigar pan. (Salmo 37:25).

“En ti confían los que conocen tu nombre, porque tu, Señor, nunca desamparas a los que te buscan”. (Salmo 9:10).


Amigo/a pon tu vida en las manos de Dios, rinde tu vida a su voluntad, obedécelo por amor, busca primeramente el reino de Dios y su justicia y el suplirá todas tus necesidades.

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