domingo, 27 de noviembre de 2016

La perfecta ley de amor

Escrito por Stevens Rosado

La perfecta ley de amor


“La ley, pues, se introdujo para que el pecado abundara; pero cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia, porque así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reinará por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro. ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos  en el pecado para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado ¿cómo viviremos aún en él?”

“El pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. ¿Qué, pues? ¿Pecaremos porque no estamos  bajo la ley, sino bajo la gracia? ¡De ninguno manera!”

Romanos 5: 20-21; 6: 1-2, 14 – 15 

Lo que el apóstol pablo explica en estos textos es muy claro:

1-      La ley nos muestra que es pecado

2-      Somos salvos por gracia, es decir, Dios nos da ese regalo

3-      No tiene ningún sentido pensar: “yo soy libre para matar, robar y adulterar porque ya Jesús clavó mis pecados en la cruz. Puedo vivir mi vida como quiera y creer en Dios igual, total ya no estoy bajo la ley sino bajo la gracia”.

Romanos 7:7

La ley es un simple instrumento de Dios para mostrarnos que es el pecado, pero nótese que pecado no es solo un acto externo, sino también interno del corazón (la mente).

Romanos 3:20,31
Gálatas 3:24

La ley de Dios es de amor. Por eso Jesús resumió los mandamientos en dos:

1-      Amar a Dios con toda el alma, mente y corazón.

2-      Amar a tu prójimo como a ti mismo.

Mateo 22: 37-40

Las palabras de Jesucristo son explicadas por el apóstol pablo de la siguiente manera:

Romanos 13: 8-10

Gálatas 5:13 – 14

Bajo este concepto de una ley de amor Jesús pronuncio las siguientes declaraciones:

“Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14: 15)

Juan 14: 21; 15: 10-12

En sintonía con Jesús el apóstol juan escribió:

1 Juan 4: 20 – 21; 5: 1 – 3

2 Juan 1: 5 – 6

Es muy claro que Cristo no vino ha abolir la ley sino a cumplirla como el mismo lo dijo:

“No penséis que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir, porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mateo 5: 17 – 18).

Otros autores bíblicos también dan a entender que los mandamientos deben ser obedecidos:

Romanos 2: 13

1 corintios 7: 19

1 Timoteo 1: 8 – 11

Santiago 2: 8 – 11

1 Juan 2: 3 – 6;  3: 4, 18 – 24

Apocalipsis 12: 17; 14: 12

En resumen los 10 mandamientos de Éxodo 20 se distribuyen así:

Los primeros 4 mandamientos reflejan el amor a Dios, pues si le amamos

1-      No tendremos otros dioses fuera de el

2-      No adoramos imágenes

3-      No tomamos el nombre de Dios en vano

4-      Y guardamos el sábado como día de reposo en su honor

Igualmente si amamos a nuestro prójimo es obvio que:

5-      Honramos a nuestros padres

6-      No matamos

7-      No cometemos adulterio

8-      No hurtamos

9-      No decimos falso testimonio contra el prójimo

1-   Y no codiciamos nada del prójimo

Solo Dios es el dador de la ley y el juez. Ningún ser humano esta facultado para condenar a otro

Santiago 4: 11 – 12

MURAL DISTRITAL "SOMOS PAZ"

Escrito y editado por Stevens Rosado

MURAL "SOMOS PAZ"


             Bajo la direccion primeramente del Espíritu Santo, y del lider juvenil del distrito, Franklin Castillo, con un sol radiante y con animos a flor de piel, los jovenes de la iglesia adventista del septimo dia del distrito tuy este, pintaron un mural en Santa Teresa del Tuy bajo el lema "Somos Paz". 

           La actividad conto con la presencia de Jhonjalber Méndez, Licy Tete, Aramis Rosado, Stevens Rosado, Jahin Hernández, Jhon David Obregón, Álvaro Benavides, Loren Chumpitas, Paola Mejía, Elimar Mata, Katherine de Garate, Mauricio Pereira, Carmen Aristigueta, José Luis Hernández, Isabel Orocopey, Nolberys Díaz, Angelina Pineda, Ángela Pineda, Kenderly Gutiérrez, Mercedes Trujillo.

                  Cada iglesia representada colaboro con materiales necesarios como pinceles, 
cal, pinturas, entre muchos otros.






                  



La palabra de Dios una carta de amor


Escrito por Stevens Rosado

La palabra de Dios una
carta de amor



La palabra de Dios que es la verdad, nos santifica. Escrito por Stevens Rosado

“Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad”, oró Jesús (Juan 17:17).

Dios en todas las épocas tuvo profetas a los cuales les encomendó escribir su palabra.

“Así habló Jehová, Dios de Israel: escribe en un libro todas las palabras que te he hablado”.  (Jeremías 30:2)

“preguntaron luego a Baruc, diciendo: - “cuéntanos ahora cómo escribiste de boca de Jeremías todas estas palabras”.
 Baruc les dijo: - “él me dictaba en voz alta todas estas palabras y yo las escribía con tinta en el libro”. (Jeremías 36: 17-18)

“Jehová dijo a Moisés: “Escribe tú estas palabras, porque conforme a estas palabras he hecho un pacto contigo y con Israel” (Éxodo 34:27).

Dios pedía a sus siervos que leyeran su palabra día y noche para que fueran instruidos acerca de la voluntad de Dios y cumplieran sus mandamientos

“cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas. Lo tendrá consigo y lo leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, guardando todas las palabras de esta ley y estos estatutos, y poniéndolos por obra. Así no se elevará  su corazón sobre sus hermanos, ni se apartará de estos mandamientos a la derecha ni a la izquierda, a fin de que él y sus hijos prolonguen los días de su reino en medio de Israel”  (Deuteronomio 17: 18-20)

“Nunca se apartara de tu boca el libro de la ley, sino que de día y de noche meditaras en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que esta escrito en él, porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien” (Josué 1:8)
El acto de leer el libro de la ley era muy sagrado. Hoy día debe ser igual.

Leer Nehemías 8: 1 - 9

Lamentablemente en todas las épocas han existido aquellos quienes constantemente rechazaron la palabra de Dios

“También todos los sacerdotes y el pueblo aumentaron la iniquidad, siguiendo todas las abominaciones de las naciones y contaminando la casa de Jehová, la cual él había santificado en Jerusalén. Jehová, el Dios de sus padres, les envió constantemente avisos por medio de sus mensajeros, porque el tenia misericordia de su pueblo y de su morada. Pero ellos se mofaban de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová, y no hubo ya remedio”.  (2 crónicas 36: 14-16)

Leer también Isaías 30: 8 - 15

Pero llegará el momento en que mucha gente deseará y tendrá sed de la palabra de Dios pero no la hallará.

“Ciertamente vienen días, dice Jehová, el Señor, en lo cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente andarán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán.  (Amos 8: 11 – 12)

Jesús declaró que las escrituras hablan de él  pues él mismo es la vida eterna, y reprendió a aquellos que no creían a él.

Leer Juan 5: 37 – 57; 10: 30 – 38

El salmo 119 es un extraordinario escrito acerca de lo agradable que es deleitarse en la palabra de Dios.  

Las sagradas escrituras por cierto son para todas las personas sin importar la edad y útil para el desarrollo integral de todo ser humano, tal como le escribió el apóstol Pablo al joven Timoteo.


“Pero persiste tu en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quien has aprendido y que desde la niñez has sabido las sagradas escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús, toda la escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir,  para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.   (2 Timoteo 3: 14 – 17)

ADRA VENEZUELA




ADRA Venezuela


La Agencia Adventista para el Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) es una organización sin fines de lucro que tiene mas de 40 años de establecida a nivel Mundial. Se encarga de ayudar a las comunidades mas necesitadas en ámbitos de salud, educación y economía en todo el territorio nacional. Evita la discriminación basada en la raza, la nacionalidad, el sexo o la afiliación política o religiosa.



El personal de ADRA posee entre sus filas a expertos en Medicina general, Odontólogos, Enfermeras, Paramédicos, Grupos de Rescate, etc. También cuenta con un grupo personas no profesionales en el área de la salud que cooperan voluntariamente. A menudo se utilizan instalaciones en los 23 estados del país (incluyendo los Valles del Tuy) y el Distrito Capital como centros de acopio para la recaudación de ropa y alimentos destinados a los mas necesitados.

Entre las actividades efectuadas se encuentran: proveer auxilio en casos de desastres naturales, la realización de operativos médicos en zonas estratégicas, jornadas de alfabetización y seminarios sobre técnicas de mejoría económica a largo plazo, educación ambiental y salud.



ADRA ha penetrado en los Valles del Tuy, brindando ayuda oportuna en las siguientes comunidades: Santa Teresa, Santa lucia, Dos Lagunas, Las Lagunitas, Mopia, Rosario de Soapire, La Cruz, Los Olivos, Morocopito, Paraíso del Tuy, Charallave, Cua , Ocumare, etc.


Seguiremos trabajando para satisfacer las necesidades más profundas de nuestro prójimo, brindándole Esperanza, Alegría y Paz a cada habitante de nuestro país.

domingo, 13 de noviembre de 2016

EL PODER PROMETIDO




EL PODER PROMETIDO
8TI 26 – 30



Dios no nos pide que hagamos con nuestra propia fuerza la obra que nos espera. Él ha provisto ayuda divina para todas las emergencias a las cuales no puedan hacer frente nuestros recursos humanos. Da el Espíritu Santo para ayudarnos en toda dificultad, para fortalecer nuestra esperanza y seguridad, para iluminar nuestra mente y purificar nuestro corazón. 

Precisamente antes de su crucifixión, el Salvador dijo a sus discípulos: “No os dejaré huérfanos”. “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”. “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”. “...él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”. Juan 14:18, 16; 16:13; 14:26.

Cristo hizo provisión para que su iglesia fuera un cuerpo transformado, iluminado por la luz del cielo, que poseyese la gloria de Emanuel. Él quiere que todo cristiano esté rodeado de una atmósfera espiritual de luz y paz. No tiene límite la utilidad de aquel que, poniendo el yo a un lado, da lugar a que obre el Espíritu Santo en su corazón, y vive una vida completamente consagrada a Dios.

¿Cuál fue el resultado del derramamiento del Espíritu en el día de Pentecostés? Las buenas nuevas de un Salvador resucitado fueron proclamadas hasta los confines más remotos del mundo habitado. El corazón de los discípulos quedó sobrecargado de una benevolencia tan completa, profunda y abarcante, que los impulsó a ir hasta los confines de la tierra testificando: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo...”. Gálatas 6:14. Mientras proclamaban la verdad tal cuales en Jesús, los corazones cedían al poder del mensaje. La iglesia veía a los conversos acudir a ella desde todas las direcciones. Los apóstatas se volvían a convertir. Los pecadores se unían con los cristianos en la búsqueda de la perla de gran precio. Los que habían sido acérrimos oponentes del evangelio llegaron a ser sus campeones. Se cumplía la profecía: “...el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová”. Zacarías 12:8. Cada cristiano veía en su hermano la divina similitud del amor y la benevolencia. Un solo interés prevalecía. Un objeto de emulación absorbía a todos los demás. La única ambición de los creyentes consistía en revelar un carácter semejante al de Cristo y trabajar para el engrandecimiento de su reino.


“Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos”. Hechos 4:32. Gracias a sus labores se añadieron a la iglesia hombres elegidos, quienes, recibiendo la Palabra de vida, consagraron su existencia a la obra de comunicar a otros la esperanza que había llenado su corazón de paz y gozo. Centenares proclamaron el mensaje: “El reino de Dios se ha acercado”. Marcos 1:15. No se los podía restringir ni intimidar por amenazas. El Señor hablaba por su medio, y dondequiera que fueran, los enfermos eran sanados y el evangelio era predicado a los pobres.

Tal es el poder con que Dios puede obrar cuando los hombres se entregan al control de su Espíritu.

A nosotros hoy, tan ciertamente como a los primeros discípulos, pertenece la promesa del Espíritu. Dios dotará hoy a hombres y mujeres del poder de lo alto, como dotó a los que, en el día de Pentecostés, oyeron la palabra de salvación. En este mismo momento su Espíritu y su gracia son para todos los que los necesiten y quieran aceptar su palabra al pie de la letra.

Notemos que el Espíritu fue derramado después que los discípulos hubieron llegado a la unidad perfecta, cuando ya no contendían por el puesto más elevado. Eran unánimes. Habían desechado todas las diferencias. Y el testimonio que se da de ellos después que les fue dado el Espíritu es el mismo. Notemos la expresión: “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma...”. Hechos 4:32. El Espíritu de Aquel que había muerto para que los pecadores vivieran animaba a toda la congregación de los creyentes.

Los discípulos no pidieron una bendición para ellos mismos. Sentían preocupación por las almas. El evangelio había de ser proclamado hasta los confines de la tierra y solicitaban la medida de poder que Cristo había prometido. Entonces fue cuando se derramó el Espíritu Santo y miles se convirtieron en un día.

Así puede suceder ahora. Desechen los cristianos todas las disensiones, y entréguense a Dios para salvar a los perdidos. Pidan con fe la bendición prometida, y ella les vendrá. El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fue “la lluvia temprana”, y glorioso fue el resultado. Pero la lluvia tardía será más abundante. ¿Cuál es la promesa hecha a los que viven en los postreros días? “Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy también os anunció que os restauraré doble”. “Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía. Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante, y hierba verde en el campo a cada uno”. Zacarías 9:12; 10:1.

Cristo declaró que la influencia divina del Espíritu había de acompañar a sus discípulos hasta el fin. Pero la promesa no es apreciada como debiera serlo; por lo tanto, su cumplimiento no se ve como debiera verse. La promesa del Espíritu es algo en lo cual se piensa poco; y el resultado es tan sólo lo que podría esperarse: sequía, tinieblas, decadencia y muerte espirituales. Los asuntos de menor importancia ocupan la atención y, aunque es ofrecido en su infinita plenitud, falta el poder divino que es necesario para el crecimiento y la prosperidad de la iglesia y que traería todas las otras bendiciones en su estela.



La ausencia del Espíritu es lo que hace tan impotente el ministerio evangélico. Puede poseerse saber, talento, elocuencia, y todo don natural o adquirido; pero, sin la presencia del Espíritu de Dios, ningún corazón se conmoverá, ningún pecador será ganado para Cristo. Por otro lado, si sus discípulos más pobres y más ignorantes están vinculados con Cristo, y tienen los dones del Espíritu, tendrán un poder que se hará sentir sobre los corazones. Dios hará de ellos conductos para el derramamiento de la influencia más sublime del universo.

¿Por qué no tener hambre y sed del don del Espíritu, puesto que es el medio por el cual hemos de recibir poder? ¿Por qué no hablamos de él, oramos por él, y predicamos acerca de él? El Señor está más dispuesto a darnos el Espíritu Santo que los padres a dar buenas dádivas a sus hijos. Todo obrero debiera solicitar a Dios el bautismo del Espíritu. Debieran reunirse grupos para pedir ayuda especial, sabiduría celestial, a fin de saber cómo hacer planes y ejecutarlos sabiamente. Debieran los hombres pedir especialmente a Dios que otorgue a sus misioneros el Espíritu Santo.

La presencia del Espíritu con los obreros de Dios dará a la presentación de la verdad un poder que no podrían darle todos los honores o la gloria del mundo. El Espíritu provee la fuerza que sostiene en toda emergencia a las almas que luchan, en medio de la frialdad de sus parientes, el odio del mundo y la comprensión de sus propias imperfecciones y equivocaciones.

El celo por Dios movió a los discípulos a dar testimonio de la verdad con gran poder. ¿No debiera este celo encender en nuestro corazón la resolución de contar la historia del amor redentor de Cristo, y de éste crucificado? ¿No vendrá hoy el Espíritu de Dios en respuesta a la oración ferviente y perseverante, para llenar a los hombres de un poder que los capacite para servir? ¿Por qué es entonces la iglesia tan débil e inerte?

Es privilegio de todo cristiano no sólo esperar sino apresurar la venida de nuestro Señor Jesucristo. Si todos los que profesan su nombre llevaran frutos para su gloria, ¡cuán prestamente quedaría sembrada en el mundo la semilla del evangelio! La última mies maduraría rápidamente, y Cristo vendría para recoger el precioso grano.

Mis hermanos y hermanas, rogad por el Espíritu Santo. Dios respalda toda promesa que ha hecho. Con la Biblia en la mano, decid: “He hecho como tú dijiste. Presento tu promesa: ‘Pedid, y se os dará; llamad, y se os abrirá’”. Cristo declara: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. Mateo 7:7; Marcos 11:24; Juan 14:13.


El arco iris que rodea el trono nos asegura que Dios es fiel; que en él no hay mudanza ni sombra de variación. Hemos pecado contra él y no merecemos su favor; sin embargo, él mismo pone en nuestros labios la más admirable de las súplicas: “Por amor de tu nombre no nos deseches, ni deshonres tu glorioso trono; acuérdate, no invalides tu pacto con nosotros”. Jeremías 14:21. Él se ha comprometido a prestar oído a nuestro clamor cuando acudimos a él y confesamos nuestra indignidad y pecado. El honor de su trono garantiza el cumplimiento de la palabra que nos dirige.

Cristo envía a sus mensajeros a toda parte de su dominio para comunicar su voluntad a sus siervos. Él anda en medio de sus iglesias. Desea santificar, elevar y ennoblecer a quienes le siguen. La influencia de los que creen en él será en el mundo un sabor de vida para vida. Cristo tiene las estrellas en su diestra, y es su propósito dejar brillar por intermedio de ellas su luz para el mundo. Así desea preparar a su pueblo para un servicio más elevado en la iglesia celestial. Nos ha confiado una gran obra. Hagámosla fielmente. Demostremos en nuestra vida lo que la gracia divina puede hacer por la humanidad.

NUESTRA RESPONSABILIDAD
8TI 31 – 34

Hay ocasiones cuando se me presenta una visión clara del estado en que se encuentra la iglesia remanente: un estado de asombrosa indiferencia hacia las necesidades de un mundo que perece por falta del cono cimiento de la verdad para este tiempo. Después paso horas, y a veces días presa de una intensa angustia. Muchos de aquellos a quienes se les han encomendado las verdades salvadoras del mensaje del tercer ángel no logran comprender que la salvación de las almas depende de la consagración y actividad de la iglesia de Dios. Muchos emplean las bendiciones que han recibido para servir al yo. Oh, ¡cuánto me duele el corazón debido a que Cristo es avergonzado por causa del comportamiento no cristiano de ellos! Pero, después que pasa mi agonía, siento deseos de trabajar más arduamente que nunca para estimularlos a hacer un esfuerzo abnegado por salvar a sus prójimos.

Dios ha hecho a su pueblo mayordomo de su gracia y verdad, y ¿cómo considera él su descuido de no impartir estas bendiciones a sus prójimos? Supongamos que una distante colonia perteneciente a la Gran Bretaña está en grande aprieto debido al hambre y a una guerra inminente. Multitudes mueren de inanición, y un poderoso enemigo se congrega en la frontera, amenazando acelerar la obra de destrucción. El gobierno del país abre sus despensas; la caridad pública fluye en abundancia; el socorro abunda por todos lados. Una flota cargada de los preciosos medios de existencia es enviada a la escena de sufrimiento, acompañada de las oraciones de aquellos cuyos corazones fueron conmovidos a proveer ayuda. Y por un tiempo la flota navega directamente hacia su destino. Pero, habiendo perdido de vista la tierra, el entusiasmo de los encargados de llevar provisiones a las víctimas hambrientas disminuye. Aunque están ocupados en una obra que los hace colaboradores con los ángeles, pierden las buenas impresiones que tuvieron al salir. Por intermedio de los malos consejeros entra la tentación. 




En el trayecto yace un conjunto de islas y, aunque harto lejos de su destino, deciden hacer escala. La tentación que ya ha entrado se hace más fuerte. El espíritu egoísta del lucro se apodera de sus mentes. Se presentan oportunidades de negocio. Se persuade a los que están a cargo de la flota a permanecer en las islas. Su propósito original de misericordia se pierde de vista. Se olvidan del pueblo hambriento al cual fueron enviados. Las provisiones que se les habían encomendado son usadas para su propio beneficio. Los recursos de beneficencia son desviados por cauces de egoísmo. Intercambian los medios de subsistencia por la ganancia egoísta y dejan que sus prójimos mueran. El clamor de los que perecen asciende a los cielos y el Señor apunta en su registro la historia del robo.

Pensemos en el horror de ver morir a seres humanos porque los encargados de los medios de auxilio fueron infieles a su cometido. Se nos hace difícil reconocer que el hombre pudiera ser culpable de un pecado tan terrible. Sin embargo, se me instruye a deciros, mi hermano, mi hermana, que los cristianos diariamente repiten este pecado.
  
En el Edén, el hombre cayó de su elevado estado y por medio de la transgresión fue sujeto a la muerte. En el cielo se vio que los seres humanos perecían, y Dios fue movido a misericordia. A un costo infinito él ideó un plan de auxilio. “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16. No había esperanza para el transgresor excepto a través de Cristo. Dios vio que “no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia”. Isaías 59:16.  

El Señor escogió a un pueblo y lo hizo depositario de su verdad. Era su propósito que, mediante la revelación de su carácter por medio de Israel, los hombres fueran atraídos hacia él. La invitación evangélica debía darse a todo el mundo. A través de la enseñanza del sistema de sacrificios, Cristo había de ser exaltado ante las naciones, y todos los que pusieran su vista en él vivirían.


Pero Israel no cumplió el propósito de Dios. Se olvidaron de Dios y perdieron de vista su alto privilegio como representantes suyos. Las bendiciones que habían recibido no trajeron ninguna bendición al mundo. Se aprovecharon de todos sus privilegios empleándolos para su propio ensalzamiento. Le robaron a Dios el servicio que él requería de ellos, y le robaron al prójimo la orientación religiosa y el ejemplo piadoso. Dios finalmente envió a su Hijo para revelarle a la humanidad el carácter del Invisible. Cristo vino y vivió en esta tierra una vida de obediencia a la ley de Dios. Entregó su preciosa vida para salvar al mundo e hizo mayordomos a sus siervos. Con el don de Cristo todos los tesoros del cielo fueron dados al hombre. La iglesia fue abastecida con el pan del cielo para las almas hambrientas. Este fue el tesoro que se encargó al pueblo de Dios para ser llevado al mundo. Debieron haber cumplido su deber fielmente, continuando su obra hasta que el mensaje de misericordia hubiera rodeado el mundo.




Cristo ascendió al cielo y envió su Santo Espíritu para dar poder a la obra de sus discípulos. Miles se convirtieron en un día. En una sola generación el evangelio fue llevado a toda nación bajo el cielo. Pero poco a poco se produjo un cambio. La iglesia perdió su primer amor. Se volvió egoísta y amante de la comodidad. El espíritu de la mundanalidad fue aceptado. El enemigo hechizó a los que Dios había dado luz para un mundo en tinieblas: una luz que debió haberse esparcido en buenas obras. El mundo fue privado de las bendiciones que Dios deseaba que la humanidad recibiera.

¿Acaso no se repite la misma cosa en esta generación? En nuestros días hay muchos que retienen lo que el Señor les ha encomendado para la salvación de un mundo desapercibido y descarriado. En la Palabra de Dios se representa un ángel volando en medio del cielo, “que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle honra, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. Apocalipsis 14:6, 7.

El mensaje de (Apocalipsis 14) es el mensaje que hemos de llevar al mundo. Es el pan de vida para estos últimos días. Millones de seres humanos perecen en ignorancia e iniquidad. Pero muchos de aquellos a quienes Dios ha encomendado los depósitos de vida miran a estas almas con indiferencia. Muchos olvidan que a ellos se les ha encomendado el pan de vida para los que tienen hambre de salvación.

¡Oh, si hubiera cristianos consagrados, firmeza semejante a la de Cristo, fe que obra mediante el amor y purifica el alma! Que Dios nos ayude a arrepentirnos y a cambiar nuestros pasos lentos por una acción consagrada. Que Dios nos ayude a manifestar la carga de las almas que perecen, tanto mediante nuestras palabras como por la obra que hacemos nuestra.


Demos gracias cada momento por la paciencia de Dios hacia nuestras acciones tardías e incrédulas. En lugar de lisonjearnos pensando en lo que hemos logrado, después de haber hecho tan poco, debemos laborar con más empeño aún. No dejemos de esforzarnos ni bajemos nuestra guardia. Jamás debe disminuir nuestro celo. Nuestra vida espiritual necesita revitalizarse a diario en el río que alegra la ciudad de nuestro Dios. Siempre debemos buscar oportunidades en que podamos emplear para Dios los talentos que él nos ha proporcionado.